lunes, 25 de enero de 2010

Los que se atreven a escribir, en una casa que se cae.

Este domingo, “El Comercio”, publicó una interesante entrevista a dos de nuestros más destacados dramaturgos, de los que en este año, tendremos el placer de poder ver sus trabajos puestos en escena. Me refiero a César de María y Alfonso Santistevan.














Ambos comparten en esta entrevista sus experiencias y puntos de vista acerca de la situación del teatro nacional actual y la de épocas gozadas por ellos mismos. Al leer esta entrevista, varias cosas vinieron a mi mente. Trataré de recopilarlas todas, dado que me parece indispensable la difusión y el aplauso a aquellos hombres que, como se menciona en la entrevista, escriben en una casa que se cae. Gracias por asumir ese reto.

Me pareció interesante leer como ambos coincidían al creer que nuestro país es “como vivir una casa que se cae”. Interesante que dentro de nuestra dramaturgia, esta desunión y “precariedad social” (como lo llama César de María) se reflejen en la ausencia de un padre. Que a su vez es el que debería unificar, criar, mantener, formar y proteger. En este tema, es interesante notar que quizá, nuestros dramaturgos comunican en sus obras el sentimiento de no haber sido protegidos y formados por un país, que como menciona César de María, no es un país sólido sino mas bien dividido.

Hubieron frases, que al leerlas me hicieron notar la seriedad, el profesionalismo y el talento que amerita ejercer la dramaturgia en la forma como al ejercen estos dos señores.

Una obra puede tomarme ocho años (en escribir). Es bueno tomarse
tiempo, así evitas escribir cosas inútiles.
” - César de María.


“¡La obra que voy a estrenar la tengo en la cabeza hace
doce años! Pienso que no la escribí antes porque no tenía la madurez
suficiente.”
- Alfonso Santistevan.

Fascinante. ¿Se imaginan tener una obra guardada en la memoria y con la carga emocional que ésta lleva, durante doce años? Esto me habla mucho del objetivo de escribir estas obras. No son como hacer un “vino barato y de caja”. Al contrario, se dejan añejar para un mejor regusto. Todo un arte apasionado y acompañado del don de la paciencia.

Al parecer, el tema de los “nuevos espacios” y “el teatro para todos”, es algo en lo que coinciden no solo estos dos notables señores, sino también varios actores y directores del medio con los que he tenido el placer de conversar de la problemática del teatro peruano. Es más, recordemos la nota anterior, también publicada por “El Comercio” y comentada en este Blog, en donde David Carrillo alentaba con urgencia la creación de nuevos espacios y se negaba a un ‘Boom’ teatral porque aún el teatro no llegaba a todos por igual. A veces pienso que los entusiastas de mi generación, como yo, deberíamos invertir quizá, en construir teatros, que a la larga podríamos usar para nuestras obras en vez de estar invirtiendo en diversos montajes solamente. El ser humano siempre tiende a un ligero egoísmo. Es decir, ‘prefiero invertir en hacer diez obras mías, que en hacer un teatro donde todos podemos hacer obras y al alcance de más gente’. Claro que ésta debería ser labor de nuestro gobierno por la importancia que se le toma al teatro y la cultura como para invertir en ella. Tema debatible quizá para otro artículo en el Blog.

Otro tema interesante, fue la comparación entre el ‘costumbrismo’ de mensaje inmediato y la ‘intelectualizada’ dramaturgia que resulta densa en nuestros tiempos. Creo yo que ambos son validos y preciosos. Es nuestra labor también, reacostumbrar a nuestro público a que la ‘densidad’ no es sinónimo de ‘obra aburrida’. Cultivemos el concepto de ‘entender el mensaje profundo’ y no acostumbremos al público a que todo se le de ‘masticado’ (no estoy diciendo que la dramaturgia costumbrista haga esto último, pero si es algo que debemos cuidar).

Me despido de esta nota agradeciendo y aplaudiendo la labor de rigor de estos dos dramaturgos y de todos los demás, que permiten que nuestro teatro siga vivo. Está vivo.

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